¿Qué es un buen vino?

“Brillante, generoso, redondo y aterciopelado”. Ok, pero si no me interesa cómo se ve sino cómo sabe; si el generoso soy yo por aportar a la caja de la bodega; si no le encuentro la forma redonda y lo único aterciopelado alrededor es el sillón en el que me siento para beberlo, la etiqueta no me ayuda de mucho. Pero es así: marketing puro. O sugestión pura (prometo debate sobre esto). Lo cierto es que la discusión es eterna: ¿qué es realmente un buen vino? Para algunos enófilos basta con que sea “equilibrado”. Y otra vez nos encontramos con el mismo problema de tratar de definir qué es un vino equilibrado. Al amante de los frutados, la presencia de la todopoderosa madera le hará fruncir el seño -y viceversa- y lo mismo vale para el resto de sus puntos de examen.

Pero tampoco voy a caer en el relativismo absoluto y decir que todos tienen razón, o que todo vino es bueno “a su manera”. No, no y no. Así que en este primer post voy a dejar en claro mi vinosofía: un buen vino tiene que ser auténtico. Un buen vino no se puede esconder detrás de la madera ni ahogarse en el alcohol.

Dicho esto, vamos a compartir copas con algunos mitos. Por ejemplo el prejuicio: “caro = bueno / barato = malo”. Gigantesca mentira. El mundo del vino no está hecho en blanco y negro sino en escala de grises. Cada billetera define lo que es caro o barato, y la relación precio-calidad depende de, por lo menos, una decena de factores (también prometo debate). Lo que vale acá es que cada uno dé realmente lo que ofrece: teléfono para el club de los US$25 en adelante.

Vamos con otra clásica. “Éste debe ser fabuloso porque lo hizo Michel Rolland”. En la gran mayoría de los casos, mentira a medias. Un flying winemaker –en criollo, enólogo circunstancial- proyecta y supervisa, pero cualquiera del ambiente sabe que producir vinos es un trabajo full time. ¿O acaso un amante del arte se animaría a dar por sentado que un cuadro pintado bajo la supervisión ocasional de Picasso va a ser una obra genial?

En fin, como decía, la telaraña tejida alrededor del vino es un paño complejo de analizar. Así que poniéndolo simple, mi máxima es: “La uva manda”. Si el sabor del grano no es la estrella, paso. Hecha esta declaración de principios, dejo abierto el debate.

Una respuesta a “¿Qué es un buen vino?

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  1. De acuerdo estoy y que tanto. Me presento soy Gabosonico, y yo hubiera radicalizado la declaración en un blog – panfleto sobre «La mentira del vino». No vengo del mundo del vino, vengo del de la Coca Cola, aunque olí vino de chico en Mendoza en las más tradicionales bodegas cuando las visitaba con el colegio y ese recuerdo es el que dirige y preside el concepto de vino. Trabajo para el vino, trabajo haciendo uvas y coincido con usted señor moderador. Al venir del mundo de la Coca Cola y la Guerra de las Galaxias, necesito mi x – secret y mi George Lucas para decir que es un buen vino. Pero no los hay porque el mundo del vino no es así. El mejor vino es subjetivo todavía. Y separando fácilmente la nata de la «ciencia del mercadeo» de la copa, puedo decir que habrá una máquina analítica que diga molécula por molécula cual es el mejor vino logrado hasta un momento A y en la nueva medición hasta un momento B y así hasta N momentos. Hasta que ese analizador químico no se haya fabricado, señoras y señores estamos expuestos a la radiación de las mentiras del vino, y gana el que las diga más fuerte o más elegantemente o más políticamente o con una buena mina al lado. Hé dicho, pero seguiré diciendo.

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